William
Kentridge / What will come
(has already come)
“I’m
interested in machines that make you aware of the process of
seeing
and aware of what you do when you construct the world by looking.
This
is interesting in itself, but more as a broad-based metaphor
for
how we understand the world.” —William Kentridge
Observando
la obra What will
come pienso
en los programas y películas de ciencia-ficción que veíamos en la
televisión hace unas tres o cuatro décadas, en los que los efectos
especiales eran producidos con recursos muy básicos y baratos.
También me recuerda a ciertos espectáculos de feria, en los que a
partir de ciertos trucos con animales ficticios hacían que los niños
nos asombráramos con esos supuestos fenómenos de la naturaleza.
La
obra tiene por lo tanto un cierto aire futurista y apocalíptico, un
cierto misterio existencialista que se refuerza con la aparición y
desaparición de diversas figuras de animales, cabezas
antropomórficas y algunas otras figuras y objetos, los que al girar
alrededor del tubo metálico generan un sentimiento de ansiedad. La
música complementa el aire de feria o carrusel que el movimiento
circular de la estructura refuerza aún más y nos hace pensar en un
raro y misterioso espectáculo de terror.
La
pieza que vemos es una instalación-filme realizada a partir de
animaciones hechas con dibujos al carbón y la antigua técnica de
la anamórfosis, en la que diversas imágenes deformes se reflejan en
un cilindro metálico que les otorga o restituye sus originales o
“correctas” proporciones1.
Aparte del movimiento que las animaciones generan, toda la estructura
del cilindro vertical colocado sobre la base circular donde aparecen
y desaparecen los dibujos gira constantemente. Este movimiento es el
que da a la obra el aire de un tiovivo o carrusel en el que suben y
bajan los animales y personajes del filme. El blanco y negro del
filme le da a las imágenes un carácter “viejo” o antiguo que
recuerda los primeros filmes de finales del siglo XIX y principios
del siglo XX, al viejo cine de ilusión o cine de atracciones. La
obra hace por ello una cierta referencia al trabajo de Georges
Meliés, el famoso cineasta francés precursor del cine de
ciencia-ficción, y quien fuera
uno de los primeros cineastas en utilizar múltiples exposiciones, la
fotografía en lapso de tiempo, las disoluciones de imágenes y los
fotogramas coloreados a mano. Gracias a su habilidad para manipular y
transformar la realidad a través de la cinematografía es recordado
como un “mago” del cine. Como dice la cita de Kendridge al
principio: la obra es “una máquina que te hace consciente de los
procesos de ver y consciente de lo que haces cuando construyes el
mundo al mirarlo”.
Las
referencias del cine de atracción, los espectáculos de feria y los
programas y películas de ciencia-ficción se suman a una cierta
conexión con los dibujos y grabados de Goya, específicamente a sus
famosas series de los caprichos y disparates. La utilización de esa
imaginería entre grotesca y apocalíptica me genera también una
sensación de estar viendo una serie de experimentos de algún
científico loco sacado de una película del Santo o de algún viejo
capítulo de la vieja serie de terror gringo llamada acertadamente y
simplemente “BOO”.
Todas
estas referencias no me hacen sino pensar en que estoy percibiendo,
en tanto “obra de arte”, una pieza de un carácter crítico de la
realidad humana, una obra cuyo objetivo es mostrar (la palabra
monstruo
viene de la misma raíz que mostrar)
los oscuros lados de la condición humana, los “feaks” que
queremos ocultar pero que no podemos dejar de ver. En tanto aparato o
máquina visual, la obra es una mezcla de artefacto mágico-científico
que pretende conservar la fe y ilusión (como deseo y como engaño
visual) que aún tenemos en el progreso humano y que hemos depositado
en la ciencia, aún a pesar de todos los desatinos, los errores y los
monstruos que ella nos ha traído. Con el recurso a la anamórfosis y
a la animación tipo cinetoscopio, Kentridge parece decirnos que
nuestra experiencia del mundo no es sino una percepción fragmentada
y deforme que tenemos que corregir y completar de alguna manera, para
poder así construir una versión más congruente del mismo. El
problema es que en ese completar y compensar nuestras propias
deformaciones perceptuales y vivenciales corremos el riesgo de
introducir ciertas otras anomalias que, a fin de cuentas, pueden
resultar más deformes y monstruosas que las que queríamos
compensar. Los sueños de la razón producen monstruos nos recuerda
William Kentridge.
1
La
anamórfosis
es
una proyección en perspectiva distorsionada que requiere por parte
del espectador el uso de dispositivos especiales o situarse en un
punto de vista específico para reconstituir la imagen. Es decir, es
una proyección distorsionada o la representación de una imagen
sobre una superficie plana o curva, que, cuando se ve desde un
cierto punto, por ejemplo, reflejada desde un espejo curvo o a
través de un poliedro, parece regular.La palabra “anamorfosis”
se
deriva del prefijo griego ana,
es decir, inversión, y la palabra morphe,
que significa forma.
Georges Meliés / Viaje a la luna
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